Se trata de reducir la contaminación acústica para así prevenir futuros problemas de audición.
Para ello se va colocando un semáforo que va rotando por los diferentes lugares para medir los decibelios de ruido que se genera.
Cuando el nivel de ruido sobrepasa el máximo permitido de decibelios (sobre 70 u 80 db) se ilumina de rojo y emite un sonido estridente que nos avisa. Cada clase coloca en lugares estratégicos del centro, a las salidas y entradas de clase o recreo, a chicos y chicas pidiendo silencio con un simbólico collar que representa un semáforo.